Es necesario aclarar que Cane Corso, término usado para designar la raza, es originario del sur de Italia donde sobrevivió y donde luego fue descubierta y rescatada. En realidad, se trata de un nombre desconocido dentro del léxico de la cinofilia contemporánea.
La documentación más antigua encontrada -donde el Cane Corso es citado- incluye poemas y textos sobre diversas temáticas, datados hacia el 1500.
Con el paso de los siglos, la raza no sufrió grandes cambios quizás porque era bueno de ese modo: con características funcionales (de guardia y caza) y morfológicas (ágil, rústico, robusto y liviano al mismo tiempo, en grado de alcanzar la presa, de recorrer amplios tramos de caminos, o de proteger la hacienda durante el pastoreo) que constituían las razones históricas de su presencia en las diferentes sociedades. Era un perro grande pero no gigantesco, por lo tanto su manutención no era onerosa. Terrible con sus enemigos y desconfiado con los extraños pero también dulce y extremadamente leal con su dueño, la familia y los niños. El Cane Corso tenía solo un problema: no era un perro aristocrático; era un perro de pastores, campesinos, gente rústica del campo que pedía a su compañero solo un servicio y no que fuera hermoso o simpático. Un verdadero perro de trabajo.
El Cane Corso ha conservado de su antepasado directo, el “Canis Pugnax” (o también llamado Molosso Romano, utilizado en guerras y combates en circos), la combatividad y resistencia necesarias para lograr el éxito en sus acciones, sin vacilaciones y con un potencial de fuerza impresionante. A través del contacto con el hombre y la vida social ha aprendido a ser reactivo solo con su competencia, transformándose en un óptimo interprete de la gestualidad humana.
El Moloso es originario del Epiro, una región de la Grecia nor-occidental cuyo periodo histórico más notable coincide con el reinado de Pirro, quien le dio un importante impulso entre fines del Siglo III e inicios del IV d.c.
Epiro estaba continuamente en guerra con Roma y Macedonia hasta que en el 168 d.c. fue devastado por los romanos a causa de haber establecido una alianza con los macedonios, de este modo, pasó a formar parte del Imperio Romano. Los Molosos eran los habitantes de esa zona del Epiro. Y el Canis Pugnax (Moloso Romano) era un nombre dado en virtud de la naturaleza valerosa de este perro, con marcadas inclinaciones para combatir incluso contra adversarios mucho más grandes y peligrosos.